"El hombre que opinaba con los ojos", por Benjamín Prado

 

"Ángel González es uno de los capitanes de la Generación del 50. Su dominio de la emoción y la opinión desde el poema lo hace un maestro, también su sabia dosificación de una suerte difícil, la de la ironía, y su capacidad, por ejemplo, para resumir en un verso toda una postguerra: "Quien no pudo morir, continuó andando", que creo que es además el que mejor lo define también como persona. Ángel era un hombre a la vez triste y divertido, con un fondo de pesimismo y desilusión pero también con un gusto por la fiesta, las copas, los amigos y las bromas. Otro de sus títulos célebres, "Sin esperanza, con convencimiento", lo retrata igualmente a las mil maravillas. No es difícil, por tanto, hablar de la obra y de la personalidad de Ángel González para quienes lo admiramos como escritor y estuvimos muy cerca de él en la vida real. Dos rasgos interesantes de su modo de ser eran el silencio y la música: le gustaba más cantar que hablar, era feliz marcándose un bolero o una ranchera al final de las cenas íntimas y también lo era permaneciendo callado, escuchando como yo nunca he visto hacerlo a nadie, diría que con todo el cuerpo, y de vez en cuando, opinando con los ojos. Me apuesto algo a que, si a cualquiera de nosotros nos obligaran a elegir un gesto que lo resumiera, sería ese, mirándote por encima de las gafas y dejando claro lo que pensaba de aquello que se estuviese hablando".

Reseña biográfica

 

Benjamín Prado es poeta y narrador. Ha publicado las novelas Raro (1995), Nunca le des la mano a un pistolero zurdo (1996), Dónde crees que vas y quién te crees que eres (1996), Alguien se acerca (1998), No solo el fuego (1999), La nieve está vacía (2000), Mala gente que camina (2006), Operación Gladio (2011), Ajuste de cuentas (2013) y Los treinta apellidos (2018); y los libros de relatos Jamás saldré vivo de este mundo (2003) y Qué escondes en la mano (2013). También es autor de los ensayos Siete maneras de decir manzana (2000), Los nombres de Antígona (2001), A la sombra del ángel (trece años con Alberti) (2002) y Romper una canción (2010). Su obra poética está reunida en el volumen Acuerdo verbal (2018). Ha escrito también los libros de aforismos Pura lógica (2012), Doble fondo (2014) y Más que palabras (2015). Sus libros han sido traducidos, hasta el momento, en Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Grecia, Dinamarca, Portugal, Croacia, Estonia, Letonia y Hungría, y editados también en Argentina, México, Perú, Cuba, El Salvador, Colombia y Ecuador.