El campus de Mieres podría acoger uno de los nodos nacionales de supercomputación y gestión de datos, lo que supondría la integración de la Universidad de Oviedo en la Red Española de Supercomputación, sin presencia asturiana en la actualidad. La actuación forma parte de un proyecto de mayor envergadura, impulsado por el gobierno del Principado y que pretende dessarrollar un polo tecnológico en la Cuenca del Nalón. 

Para valorar las posibilidades de este proyecto, el rector de la Universidad de Oviedo visitó hoy el Centro de Innovación de la Universidad de Oviedo, acompañado del consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, y del director de Operaciones del Centro Nacional de Supercomputación (Barcelona Supercomputing Center), Sergi Girona. En la visita, constataron los equipos con los que cuenta la institución académica y mantivieron un encuentro con investigadores del ámbito de informática y computación.

La Red Española de Supercomputación, una Infraestructura Científica y Técnica Singular (ICTS) del Ministerio de Ciencia e Innovación, está distribuida por toda la geografía española y compuesta por 14 nodos interconectados entre sí por redes de alta velocidad.  Su misión es ofrecer los recursos y servicios de supercomputación y gestión de datos necesarios para el desarrollo de proyectos científicos y tecnológicos innovadores y de alta calidad, mediante convocatorias competitivas basadas en la excelencia científica de los proyectos a desarrollar. 

La integración en esta red situaría Asturias dentro del mapa de las ICTS, del que actualmente está ausente, lo que implicaría trabajo en red y financiación. Además, serviría para impulsar el germen del cluster de computación científica que está funcionando en el campus de Mieres.

Previamente, se había realizado una visita a las galerías del Pozo Santiago, en Aller y recorrieron el exterior de la antigua explotación minera acompañados por el presidente de Hunosa, Gregorio Rabanal y el alcalde de Aller, Juan Carlos Iglesias. El objetivo en este caso es estudiar la posibilidad de colocar infraestructuras informáticas en este enclave. El interés de la propuesta responde a tres fines: darle un nuevo uso a antiguas instalaciones mineras; minimizar el impacto energético y la huella de carbono que supone mantener grandes infraestructuras de computación, para lo que se aprovecharía el agua de la mina; y, finalmente, garantizar la seguridad que actualmente requieren los equipos informáticos que manejan grandes datos.