El catedrático de la Universidad de Oviedo afirma que el futuro científico pasa por la biología sintética, pues ya no solo leemos genomas sino que hemos empezado a escribir'. A la ceremonia ha asistido el rector Santiago García Granda
La Universidad Autónoma de Chile ha investido hoy viernes doctor ‘honoris causa' a Carlos López-Otín, catedrático del Departamento Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, en un acto celebrado en el Auditorio del Campus Providencia (Providencia, Región Metropolitana, Chile), que ha presidido el rector de dicha institución, Teodoro Ribera, y al que ha asistido el rector de la Universidad de Oviedo, Santiago García Granda.
"El cáncer no es otra cosa que la acumulación de daños en el genoma; estas células que acumulan daños se vuelven egoístas, inmorales y viajeras, porque ocupan territorios del organismo que no les corresponden", explicó el Carlos López-Otín, en una lección magistral con la que trató de "sembrar las semillas de la ciencia" en el auditorio, especialmente entre los más jóvenes. López-Otín destacó la importancia de los estudiantes "que progresan hasta convertirse en ingenieros de sentidos, porque los lenguajes de la vida son lenguajes universales".
El catedrático mostró su agradecimiento hacia todos sus mentores –"empezando por el maestro que me enseñó a leer y a escribir"–, a su equipo científico y a todas las instituciones que le han apoyado, e hizo balance del trabajo científico que su laboratorio ha llevado a cabo desde la Universidad de Oviedo a lo largo de 20 años, señalando cómo han conseguido "identificar más de 60 nuevos genes que no se conocían, algunos de los cuales han servido para desarrollar nuevos tratamientos". "Pero necesitábamos ampliar nuestros lenguajes de la vida, y por eso hemos establecido técnicas para descifrar los genomas completos de 500 pacientes con leucemia linfática crónica, la más frecuente en el mundo, y hemos puesto los datos al servicio de la comunidad científica mundial", afirmó.
Asimismo, el doctor ‘honoris causa' se refirió a los últimos avances producidos en el ámbito del envejecimiento, otro de sus campos de especialización. De hecho, un proyecto liderado por López-Otín ha obtenido recientemente un ‘ERC Advanced Grant', el más prestigioso programa europeo de apoyo a la investigación de vanguardia, para investigar los mecanismos moleculares del envejecimiento. "Hasta que no vemos de cerca la muerte no nos damos de verdad cuenta de la vulnerabilidad humana", confesó.
En cuanto al futuro del mundo científico, el profesor señaló que pasa "por la biología sintética, ya que no solo leemos genomas, sino que hemos empezado a escribirlos", e hizo énfasis en "la clonación humana, no reproductiva, capaz de sustituir tejidos". Además, en referencia a los modos de tratar el envejecimiento, indicó que "podemos editar los genomas, corregirlos y reprogramar el epigenoma, así como intervenir en el metagenoma".
Carlos López-Otín concluyó su intervención recordando cómo en cierta ocasión recibió un libro dedicado por Gabriel García Márquez –el primer gran editor de genomas, en palabras del profesor–, en el que había una pequeña alteración genómica: "Cien años de felicidad", en lugar de soledad. El científico aragonés deseó esos cien años de felicidad a su auditorio, asegurando que en su caso se conforma "con la felicidad que he tenido hoy, no necesito cien años".
"El cáncer no es otra cosa que la acumulación de daños en el genoma; estas células que acumulan daños se vuelven egoístas, inmorales y viajeras, porque ocupan territorios del organismo que no les corresponden", explicó el Carlos López-Otín, en una lección magistral con la que trató de "sembrar las semillas de la ciencia" en el auditorio, especialmente entre los más jóvenes. López-Otín destacó la importancia de los estudiantes "que progresan hasta convertirse en ingenieros de sentidos, porque los lenguajes de la vida son lenguajes universales".
El catedrático mostró su agradecimiento hacia todos sus mentores –"empezando por el maestro que me enseñó a leer y a escribir"–, a su equipo científico y a todas las instituciones que le han apoyado, e hizo balance del trabajo científico que su laboratorio ha llevado a cabo desde la Universidad de Oviedo a lo largo de 20 años, señalando cómo han conseguido "identificar más de 60 nuevos genes que no se conocían, algunos de los cuales han servido para desarrollar nuevos tratamientos". "Pero necesitábamos ampliar nuestros lenguajes de la vida, y por eso hemos establecido técnicas para descifrar los genomas completos de 500 pacientes con leucemia linfática crónica, la más frecuente en el mundo, y hemos puesto los datos al servicio de la comunidad científica mundial", afirmó.
Asimismo, el doctor ‘honoris causa' se refirió a los últimos avances producidos en el ámbito del envejecimiento, otro de sus campos de especialización. De hecho, un proyecto liderado por López-Otín ha obtenido recientemente un ‘ERC Advanced Grant', el más prestigioso programa europeo de apoyo a la investigación de vanguardia, para investigar los mecanismos moleculares del envejecimiento. "Hasta que no vemos de cerca la muerte no nos damos de verdad cuenta de la vulnerabilidad humana", confesó.
En cuanto al futuro del mundo científico, el profesor señaló que pasa "por la biología sintética, ya que no solo leemos genomas, sino que hemos empezado a escribirlos", e hizo énfasis en "la clonación humana, no reproductiva, capaz de sustituir tejidos". Además, en referencia a los modos de tratar el envejecimiento, indicó que "podemos editar los genomas, corregirlos y reprogramar el epigenoma, así como intervenir en el metagenoma".
Carlos López-Otín concluyó su intervención recordando cómo en cierta ocasión recibió un libro dedicado por Gabriel García Márquez –el primer gran editor de genomas, en palabras del profesor–, en el que había una pequeña alteración genómica: "Cien años de felicidad", en lugar de soledad. El científico aragonés deseó esos cien años de felicidad a su auditorio, asegurando que en su caso se conforma "con la felicidad que he tenido hoy, no necesito cien años".