Con 'La chica del 14 de julio', primer largometraje del director francés Antonin Peretjatko, el ciclo 'El Niemeyer en la Universidad de Oviedo' nos ofrece una ingeniosa incursión en los dominios del humor, que aborda en clave lúdica y libre la crisis económica, el derecho al trabajo y el no menos irrenunciable derecho al ocio del ciudadano de nuestros días. La sesión comenzará a las 20 horas. Entrada libre hasta completar el aforo.
La fille du 14 du juillet (La chica del 14 de julio) / Año: 2013 / Duración: 88 min / País: Francia / Género: Comedia / Guion y dirección: Antonin Peretjatko / Música: Thomas de Pourquery, Julien Roig / Fotografía: Simon Roca / Reparto: Vimala Pons, Vincent Macaigne, Marie-Lorna Vaconsin, Grégoire Tachnakian, Thomas Schmitt, Bruno Podalydès.
Hector se cruza con Truquette en el Louvre el 14 de julio y, desde entonces, no piensa más que en conquistarla. Lo mejor sería llevarla a ver el mar. Pator piensa lo mismo, sobre todo si les acompaña su amiga Charlotte... Cortejados por el inevitable Bertier, allá van por las pequeñas carreteras de Francia, país donde nadie tiene ya ni un céntimo. Estamos en plena crisis. Hay que lograr que los franceses vuelvan a trabajar. Para ello, el gobierno decide adelantar un mes la vuelta de las vacaciones.
"Si algo caracteriza a esta obra es su temeraria apuesta por la comicidad visual. Sin desatender el humor que surge de la palabra, La chica del 14 de julio es un irregular delirio que construye su razón de ser sobre gags visuales, con una puesta en escena que busca espacio para lo inesperado y que, de paso, despliega un pautado contraste entre su veloz narración y los remansos donde los personajes abrazan la nostalgia por medio de soliloquios festivamente existenciales. Y, por encima de ellos, un narrador en off (el propio director) que confiere al relato una atmósfera similar a la de un cuento lúdico de dirección única. Un cuento cuya aspiración pasa por imaginar a sus creaciones dando la espalda a la circunspección de nuestros días. Es, tal vez, su forma de hacer la revolución: alcanzar el mar, sonreír y navegar hacia la vida" (Raúl Pedraz, "El Cultural").
"Antonin Peretjatko es consciente de la tradición cinematográfica de la que bebe, pero no la convierte en un modelo a imitar devotamente. Su opera prima es un buen ejemplo de un nuevo cine francés alérgico a la gravedad, el academicismo y la rigidez, que ha tomado buena nota de las lecciones de los maestros del pasado para poder encarar con humor los problemas del presente" (Eulàlia Iglesias, El Confidencial).