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Una doctora por la Universidad de Oviedo obtiene el Premio Enrique Fuentes Quintana a la mejor tesis en Humanidades

Patricia Aparicio Martínez logra este galardón, otorgado por la Fundación FUNCAS, por el trabajo titulado ‘Arqueología Agraria y Paisajes Simbólicos en el valle de Sondondo, Perú’ | La investigación fue codirigida por Margarita Fernández Mier, profesora de la Universidad de Oviedo, y José Canziani, profesor de Pontificia Universidad Católica del Perú, y fue premiada entre más de 130 tesis doctorales | “Este galardón es un impulso para continuar y perseverar en la carrera académica”, afirma la investigadora, que actualmente tiene un contrato postdoctoral en la Universidad de Toronto | Este estudio multidisciplinar demuestra cómo la identificación de cambios en el paisaje agrario nos ayuda a ahondar en las transformaciones sociopolíticas de las sociedades prehispánicas y evidencia el relevante papel que desempeña el ámbito simbólico y la ritualidad en el paisaje agrario cotidiano

La tesis doctoral de Patricia Aparicio Martínez titulada Arqueología Agraria y Paisajes Simbólicos en el valle de Sondondo, Perú ha obtenido el Premio Enrique Fuentes Quintana, otorgado por la Fundación FUNCAS, en la categoría de Humanidades. Aparicio Martínez defendió su investigación en la Universidad de Oviedo en el marco del Programa de Doctorado en Investigaciones Humanísticas en el año 2022. Los Premios Enrique Fuentes Quintana tienen como objetivo recompensar el esfuerzo, el compromiso que exige la realización de una tesis doctoral. 

La tesis galardonada fue codirigida por Margarita Fernández Mier, profesora de la Universidad de Oviedo, y José Canziani, profesor de Pontificia Universidad Católica del Perú, y fue premiada entre más de 130 tesis doctorales. “Este premio supone un gran orgullo y un reconocimiento al esfuerzo que he hecho en este trabajo”, destaca la investigadora.  “Siempre quise dedicarme a la investigación, pero cuando terminé el máster no tuve la oportunidad de tener una beca predoctoral larga, eran los peores años de la crisis económica, y la vida me llevó a Perú”, añade. “Este premio también se lo debo a todas las personas, que han sido muchas, que me han ayudado y me han animado a continuar con el proyecto. Además, profesionalmente este premio es un impulso para continuar y perseverar en la carrera académica. Estoy muy emocionada y agradecida porque mi tesis haya sido premiada”, subraya.

Aparicio Martínez explica que llegó a Perú en 2014 y en 2015 conoció el valle de Sondondo en la sierra sur de Ayacucho, en plenos Andes y se enamoró de la zona. “Sentí que era un lugar muy especial y siempre me había interesado mucho estudiar los paisajes agrarios. Este valle es un gran laboratorio vivo para estudiar cómo las sociedades andinas antiguas manejaban el territorio.  Además, tenemos la oportunidad de aprender de sus comunidades hoy día, pero no solo para conocer el pasado, sino para buscar un futuro sostenible en el mundo rural”, manifiesta

La investigadora eligió al Universidad de Oviedo para cursar el doctorado porque, en aquellos años, formaba parte del grupo LLABOR-LANDS, que lideraba Margarita Fernández Mier, su directora y amiga, con quien lleva trabajando más de 20 años. “Elegí la Universidad de Oviedo donde ella es profesora y donde hay una importante línea de investigación en Arqueología del Paisaje y Arqueología Agraria”, apunta.

Aparicio, nacida en Astorga en 1985, tiene en este momento un contrato postdoctoral de investigación con la Universidad de Toronto en Canadá, donde seguirá investigando la creación y cambios en los paisajes culturales del Perú a través de un estudio comparado entre la sierra y la costa. “Me gustaría seguir formándome durante unos años más y después regresar a España y poder impulsar la Arqueología Andina desde algún puesto estable en la universidad o el CSIC”, asegura.

Paisaje agrario

En la investigación premiada, estudió el paisaje agrario del valle de Sondondo (Perú), analizando la formación y las transformaciones que se han sucedido en los sistemas de terrazas y andenes a lo largo del último milenio. Investigó tanto lo relativo a su forma constructiva y tecnológica, como a los cultivos que acogieron y la simbología que las comunidades dan a estos elementos y procesos. Este estudio de carácter diacrónico evaluó los cambios en el paisaje desde el periodo Intermedio Tempano (500 a. C.- 600 d. C.) hasta el Horizonte Tardío (1450-1532 d. C.). El estudio pudo constatar la creación temprana de áreas de terrazas, muchas de ellas clasificadas previamente como incaicas, lo que confirma la planificación de amplios sectores agrícolas en periodos muy tempranos --principalmente en el periodo Intermedio Temprano--, de los que apenas se sabe nada, ya que no se cuenta con un registro claro del poblamiento en estas etapas. Además, el hallazgo de estructuras funerarias y domésticas bajo las terrazas permitió corroborar y fechar las tremendas transformaciones territoriales que las sociedades prehispánicas realizaron para la creación de nuevos espacios agrícolas preminentemente en el periodo Intermedio Tardío.

Además, los resultados paleobotánicos obtenidos del análisis múltiple de microfósiles en suelo fueron esenciales para corroborar el cultivo del maíz, pero con una frecuencia irregular en la cronología y una importante aparición del cultivo de la familia de las Chenopodiaceae, preeminentemente en los estadios más tempranos de la agricultura prehispánica temprana del valle.
 
Esta investigación confirma que las afirmaciones clásicas sobre el paisaje agrario, que tradicionalmente vinculaba esta tecnología agrícola a la expansión del estado Huari desde circa 600 d. C. al 1000 d. C. y, posteriormente, la atribución de su estandarización mayoritaria durante el Imperio Inca, a partir de 1450 d. C. hasta la irrupción española del virreinato, deben revisarse.
 
La investigación se sirve de la arqueología del paisaje para ahondar en los elementos que forman parte del paisaje agrario: desde los sistemas de terrazas y andenes a los espacios de hábitat y almacenamiento, pasando por las piedras maqueta, como elemento simbólico. Y ahonda en la ontología andina para comprender los paisajes sagrados. Metodológicamente, la investigación aplica, por primera vez, la arqueología agraria al contexto andino corroborando su eficacia para discutir problemáticas agrarias y fenómenos culturales de carácter regional para los Andes Centrales antes abordados desde otras perspectivas como la geografía cultural o la arqueología más tradicional que solo estudiaba los sitios arqueológicos y no el paisaje cultural. 
 
Este trabajo multidisciplinar demuestra cómo la identificación de cambios en el paisaje agrario nos ayuda a ahondar en las transformaciones sociopolíticas de las sociedades prehispánicas y evidencia el relevante papel que desempeña el ámbito simbólico y la ritualidad en el paisaje agrario cotidiano.

El trabajo contó con la financiación de la Dirección de Gestión de la Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Perú; la Fundación Palarq y su programa de ayudas para misiones españolas de Arqueología y Paleontología Humana en el extranjero; y el Ministerio de Cultura y Deportes de España a través del programa de Excavaciones Arqueológicas en el Exterior de la Dirección General de Patrimonio.  

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