La Cátedra Ángel González de la Universidad de Oviedo programa para el jueves 15 y el viernes 16, en la Sala de conferencias del Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón, dos nuevas sesiones del ciclo 'Lecciones de cosas. Con Ángel González'. Las charlas, a cargo de la profesora y poeta Rosario Neira y el escritor Javier Lasheras, comienzan a las 20:00 horas, con entrada libre hasta completar aforo.
Esta actividad se organiza conjuntamente con la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias.
Gijón / Centro de Cultura Antiguo Instituto, Sala de conferencias / Jovellanos, 21
Jueves 15 de mayo / 20.00 horas
Rosario Neira / Poeta y profesora de la Universidad de Oviedo
El tiempo en la poesía de Ángel González
El tiempo, componente esencial de la lírica según Antonio Machado y motivo universal de la poesía a lo largo de los siglos, es uno de los temas centrales de la obra de Ángel González, tal como ha sido puesto de manifiesto por la crítica e incluso por el propio autor. La conciencia de la temporalidad y la angustia ante el paso inexorable del tiempo, el sentimiento de la fugacidad de la existencia –el "tempus fugit"– están presentes en numerosos poemas. El presente, teñido a menudo de un sentimiento de hastío e inutilidad, se proyecta hacia un futuro incierto del que la esperanza está ausente y al final del cual se encuentra la muerte. Al mismo tiempo, el yo poético se vuelve también hacia un pasado en el que se unen la memoria histórica y la memoria personal, pasado que a su vez se vincula al tema del recuerdo y la pérdida. Siempre pesimista, el sujeto poético expresa una honda vivencia de este sentimiento temporal, recurriendo para ello a diferentes procedimientos poéticos, y adoptando una actitud que oscila entre la profunda amargura, el distanciamiento irónico, la melancolía, la resignación y el tono elegíaco.
Viernes 16 de mayo / 20.00 horas
Javier Lasheras / Escritor
Como un latido interminable
Ángel González mostró en repetidas ocasiones su preocupación por el tiempo, por su paso agitado y desordenado. Supongo que, en consonancia y en contraposición con ese desvelo temporal, conservo de él la imagen de un hombre que imponía la tranquilidad de una tierna distancia, charlando y compartiendo un whisky con la morosidad del viajero testarudo que retrasa la llegada a su último destino. Pero si el tiempo se conformaba en ocasiones como un enemigo que le infundía miedo, había otro tiempo que se convertía en un golpe de vida, urgente y necesario: como el amor que olvida la muerte aunque sólo sea por unos instantes, la historia que nos hace hijos de nuestro tiempo o la música protectora contra el tedio de los días. Como lectores siempre deseamos encontrar en la poesía algo que nos nombre, buscando esa permanencia de la palabra que en el momento de la lectura quizás aún no percibimos. Y sin saber cómo, el tiempo turbulento acaba por organizarse en el desagüe de nuestra memoria.